Castro Marim
Desde Castro Marim, a un lado se ven las marismas, el río Guadiana y el mar, y al otro, los montes que se extienden hasta el horizonte. Este paisaje supone todo un desafío para quienes aprecian los grandes espacios, se interesan por la observación de aves y plantas, disfrutan de paseos a pie o en bicicleta, o de las actividades en la naturaleza.
En lo alto, el castillo de Castro Marim se encuentra estratégicamente alineado con el fuerte de São Sebastião y con el revellín de Santo António. Entre ellos se alzan las casas blancas de la ciudad, con sus coloridas platabandas, azoteas y chimeneas ornamentales. Su sencillez refleja la arquitectura característica del Algarve, en la que franjas ocres y azules rompen el blanco predominante, y también decoran las platabandas con formas geométricas y motivos florales.
El castillo medieval recuerda la época en la que los cristianos comandados por Paio Peres Correia conquistaron Castro Marim, en 1242, y la incorporaron al territorio portugués. En el mismo s. XIII, durante el reinado del rey Dionisio I (1261-1325), se convirtió en la sede de la Orden de Cristo, creada para reemplazar a la Orden de los Templarios, antes de que esta se trasladara a Tomar. La importancia militar en la defensa de la frontera se reforzó en el s. XVII con la construcción del fuerte de São Sebastião y el revellín de Santo António.

En la ciudad, la Iglesia Matriz dedicada a Nuestra Señora de los Mártires se construyó en el s. XVIII sobre una antigua ermita en honor de los "mártires", los cristianos que se asentaron en la ciudad durante la Reconquista.
En la colina del revellín de Santo António se encuentra el Centro de Interpretación del Territorio, donde podrá conocer mejor la historia de la región. Ofrece unas vistas impresionantes sobre la Reserva Natural de las Marismas de Castro Marim y Vila Real de Santo António, y sobre la desembocadura del río Guadiana, y es un buen punto de partida para los itinerarios que puede realizar.

Alrededor del 30 % de la superficie de las marismas está ocupado por salinas, una de las riquezas de este territorio, en las que la sal aún se extrae a mano. No olvide visitarlas y participar en catas o visitas guiadas. En la Casa do Sal, situada en el pueblo, comprenderá la importancia de la sal en la economía local y en la historia de la región.
La marisma también es un lugar excelente para conocer la fauna y la flora, y para observar las aves acuáticas que aquí descansan, se alimentan y anidan.

Los paseos a pie y en bicicleta son algunas de las actividades más populares. La Gran Ruta del Guadiana, que pasa obligatoriamente por Castro Marim, tiene en Vila Real de Santo António su punto de partida o de llegada. Para pasear por el río, también puede optar por un viaje organizado en una de las embarcaciones locales, muchas de las cuales incluyen comida a bordo, una oportunidad para conocer la gastronomía regional.
La proximidad del mar hace que los platos tradicionales tengan como protagonista el pescado. Le recomendamos el arroz de navajas, el jurel aliñado, la caldereta de pescado o el filete de atún encebollado. En cuanto a los dulces, los más famosos son los higos rellenos, el pastel de almendra y el pastel de miel.
Estando en el Algarve, las playas cercanas son un atractivo durante todo el año, ya sea para bañarse en verano o para dar largos paseos por los arenales de Vila Real de Santo António y en el Parque Natural de Ria Formosa.

Las fiestas de la ciudad dedicadas a Nuestra Señora de los Mártires se celebran el 15 de agosto, un mes que termina con mucha diversión gracias a los Días Medievales, un acontecimiento histórico del que seguro disfrutará. El castillo de Castro Marim vuelve a acoger a reyes y reinas, caballeros, bufones, juglares, nobles y damas. La magia de antaño se recrea en torneos a pie y a caballo, espectáculos teatrales callejeros, banquetes con música de época y una feria de productos y artesanía.

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