Solemnidades de la Semana Santa en Braga
Solemnidades de la Semana Santa en Braga
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En Braga, Diócesis desde el siglo III, la religión sigue teniendo un lugar preponderante en el seno de la comunidad y las ceremonias religiosas son vividas con gran intensidad, siendo la Semana Santa la celebración más exuberante.
Durante la Semana Santa, la ciudad es decorada con motivos alusivos a estas fechas y los "Passos", altares de calle, se llenan de flores y luces, complementando la suntuosidad de las iglesias.
De todos los rituales de la Pascua, llamamos la atención sobre la Procesión donde aparecen las figuras de los "Farricocos". Los Farricocos, hombres descalzos, vestidos con túnicas moradas ceñidas a la cintura, con la cabeza tapada y que llevan antorchas colgadas, son la reminiscencia de la práctica de la reconciliación de los penitentes públicos, realizada hasta el siglo XIV.
Desde el siglo XV, la Casa de la Misericordia de Braga ha mantenido la tradición a través de la Procesión nocturna del Señor Ecce Homo.
La noche de Jueves Santo, las luces de las casas y de la ciudad eran apagadas mientras los Farricocos iluminaban las calles con los velones e iban denunciando los pecados y difamaciones de los habitantes. Después permanecían en la calle mientras la Procesión pasaba, lenta y silenciosa, en señal de luto religioso.
Durante la Semana Santa, la ciudad es decorada con motivos alusivos a estas fechas y los "Passos", altares de calle, se llenan de flores y luces, complementando la suntuosidad de las iglesias.
De todos los rituales de la Pascua, llamamos la atención sobre la Procesión donde aparecen las figuras de los "Farricocos". Los Farricocos, hombres descalzos, vestidos con túnicas moradas ceñidas a la cintura, con la cabeza tapada y que llevan antorchas colgadas, son la reminiscencia de la práctica de la reconciliación de los penitentes públicos, realizada hasta el siglo XIV.
Desde el siglo XV, la Casa de la Misericordia de Braga ha mantenido la tradición a través de la Procesión nocturna del Señor Ecce Homo.
La noche de Jueves Santo, las luces de las casas y de la ciudad eran apagadas mientras los Farricocos iluminaban las calles con los velones e iban denunciando los pecados y difamaciones de los habitantes. Después permanecían en la calle mientras la Procesión pasaba, lenta y silenciosa, en señal de luto religioso.