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Según los antiguos rituales judaicos, la Semana Santa (que en hebreo significa "paso") conmemoraba la salida de los Judíos de Egipto y se celebraba el 14º día después del Equinoccio de Primavera, con una cena compuesta por panes ázimos. Durante la realización de una cena de Semana Santa, fue condenado Jesús y, por ello, la Iglesia Católica adoptó la fiesta judaica pero alteró su significado, denominándose la celebración de la Muerte y Resurrección de Cristo. La fecha de la Semana Santa se fijó en el s. IV por el Concilio de Niza.

El calendario litúrgico determina que la Semana Santa esté precedida por la Cuaresma y que la semana antes del Domingo de Resurrección sea santa, realizándose entonces una serie de ceremonias religiosas que evocan la Pasión de Cristo. Se denominan Pasión los tormentos que Jesucristo padeció desde que lo detuvieron hasta su crucifixión y el trayecto que recorrió cargando la Cruz, desde el Tribunal romano de Pilatos que lo condenó, que se conoce como Vía Crucis.

Las celebraciones de la Semana Santa están formadas por el Domingo de Ramos (una semana antes del día de Semana Santa), por el Jueves Santo (día de la condena y crucifixión), por el Viernes Santo (día del descendimiento de la cruz y entierro), por el Sábado de Gloria (ascensión a los cielos) y por el Domingo de Resurrección de Cristo.

En Portugal, durante estos días, tienen lugar algunas costumbres centenarias que no forman parte del Misal Romano, tales como las Procesiones del Señor Ecce Homo, del Entierro del Señor y de la Resurrección. Aunque en todo el país se celebre la Fiesta de la Semana Santa, sobresalen las Solemnidades de la Semana Santa en Braga y la Semana Santa de Castelo de Vide por sus particularidades regionales, una obedeciendo al ritual cristiano de forma más rigurosa, otra representando una expresión cristiana marcada por la cultura judaica.