Monumentos

El Fuerte de S. Vicente se sitúa en la cumbre de uno de los montes más altos que rodean el valle en el que se extiende la ciudad de Torres Vedras.

Está formado por un interesante conjunto de fosos, trincheras, vigas y posiciones de fuego, que se mantienen en la misma disposición de la época de la tercera invasión napoleónica.

La construcción comenzó en 1809 y formaba parte de lo que recibiría el nombre de "Líneas de Torres Vedras". El principal objetivo de este conjunto arquitectónico militar era la defensa de Lisboa. Se pretendía crear, bajo propuesta de Wellington, un sistema de fortificaciones que reforzase los obstáculos naturales y, al mismo tiempo, permitiese la comunicación con el mar, salvaguardando así una posible retirada de los ingleses, en caso de derrota. La construcción de las "Líneas de Torres" comenzó en noviembre de 1809 y forma un conjunto de 152 fortificaciones, situadas en puntos estratégicos o elevados. Cuando fueron ocupadas, en 1810, tenían 108 fuertes, pues no se habían concluido las obras, lo que sólo ocurrió en 1812.

El Fuerte de S. Vicente era uno de los puntos más fortificados de las "Líneas de Torres Vedras". Contenía 39 bocas de fuego y capacidad para 2.000 hombres y, junto con el Castillo, que contenía 11 bocas de fuego, constituían los dos reductos de la aldea, a los cuales se añadía una batería cerrada, cerca de Varatojo. Después, las Líneas seguían por la orilla izquierda del Lizandro hasta el mar. En esta época, este río se convirtió en prácticamente infranqueable pues, agravando su curso, ya de por sí pantanoso, se construyeron compuertas destinadas a retener el agua.

De esta forma, puede afirmarse que las "Líneas de Torres Vedras", de las cuales el Fuerte de S. Vicente era un reducto enormemente importante, desempeñaron un papel relevante como freno a la marcha de Massena. A pesar de haber llegado hasta muy cerca de las Líneas, después de haberlas observado personalmente y haberse dado cuenta de la dificultad de superarlas, inició su retirada de la Península Ibérica, siempre acosado por las fuerzas luso-británicas.