Aldeas de esquisto
Para no perderse
- relajarse en las playas fluviales de las aldeas de esquisto
- practicar deportes radicales en Serra da Lousã
- pasear a pie por los caminos de esquisto
- probar el cabrito estonado (cabrito escaldado), los maranhos (embutido de cabra) y las tigeladas (dulce confeccionado con leche, huevos, azúcar y canela).
- admirar la cascada de Fraga da Pena y las peñas de Góis
- traerse hierbas aromáticas y para el té
- sentir emociones fuertes recorriendo los senderos para bicicleta de montaña
Escondidas entre sierras de frondosa vegetación, las aldeas de esquisto son uno de nuestros secretos mejor guardados, pero que a sus agradables y afables habitantes les gusta ayudar a desvelar.
En este mundo mágico, en el que las horas pasan más despacio, viven acogedoras poblaciones con tiempo para recibir a quién las visita. Y para compartir sus historias, artes y tradiciones. ¡Cómo nos gusta saborear sus delicias gastronómicas, confeccionadas según recetas que pasan de generación en generación! O traernos una pieza de artesanía de lino o madera, en la que los artesanos vuelcan todo su conocimiento.
Este territorio conservado también tiene castillos que parecen salir de cuentos de hadas emergiendo de la neblina, o monumentos y museos que muestran cómo era la vida muchos años atrás.
Pero su encanto radica, principalmente, en la Naturaleza en estado puro. En las playas fluviales de agua cristalina en las que podemos disfrutar de momentos de relax. Y en los bosques que se pueden descubrir a pie siguiendo los “Caminos de esquisto” (Caminhos do xisto), o los senderos para bicicleta marcados según distintos niveles de dificultad por los Centros de BTT, que también ofrecen ayuda a los ciclistas. También existen otras alternativas para los deportistas más radicales, como el piragüismo, la escalada, el rappel y la tirolina.
Photo: Praia Fluvial nas Aldeias do Xisto © Turismo do Centro
Estas 27 aldeas de esquisto, que deben su nombre a la piedra utilizada en la construcción de las casas y la más abundante en la región, se extienden por las sierras de Lousã y Açor, hasta cerca de la Serra da Estrela. Las diferentes tonalidades de esta roca, también utilizada en los pavimentos de las estrechas y sinuosas calles, se mezclan perfectamente con los colores del paisaje natural, por lo que no siempre resulta fácil distinguirlas. Pero vale la pena intentarlo.
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