Pico, la isla montaña
Con 448 km2 de superficie, la isla de Pico es la segunda mayor del archipiélago y en la que se encuentra la montaña más alta de Portugal, precisamente Pico, que le dio nombre, con 2.351 m de altitud. Muchas veces denominada Isla Montaña, es uno de los vértices de las llamadas “islas del triángulo”, la que queda más al sur del grupo central del archipiélago y solo a 6 km de Faial.
Su clima seco y cálido, junto con la riqueza mineral de los suelos de lava y la disposición del terreno en un impresionante mosaico de piedra negra —los currais— ha permitido un creciente éxito del cultivo de la viña, en la que predomina la variedad verdelho. Poco a poco, el vino y el aguardiente van cosechando éxito dentro y fuera de la isla. Exportado a Europa y América, el verdelho goza de fama internacional e, incluso, llegó hasta la mesa de los zares rusos.
Los amplios campos de lava que marcan el paisaje de la isla y a los que la población local denomina lajidos o terras de biscoito forman el Paisaje del cultivo de la viña de la isla de Pico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2004. Entre ellos, cabe destacar los sitios de Lajido da Criação Velha y de Lajido de Santa Luzia.
Mientras que en el suelo de lava negra destacan las rilheiras —los surcos dejados por las ruedas de los carros de bueyes que transportaban uvas y barriles—, en los puertos y puertecitos a la orilla del mar, pasa lo mismo con las rola-pipas, pendientes realizadas para facilitar el deslizamiento de las pipas hasta los barcos, que todavía hoy cumplen su función.
El inmenso cono volcánico de la montaña de Pico, el tercer mayor volcán del Atlántico, destaca imponente en el paisaje de la isla. Su cráter principal acoge un cono de lava denominado Piquinho, en la cima del cual fumarolas permanentes se encargan de recordar su naturaleza volcánica. A unos 1.250 metros de altitud, donde comienza la subida a pie a la montaña, ya se divisa gran parte de la isla, así como las vecinas Faial y São Jorge. La subida hasta la cima cansa, pero se ve recompensada por fantásticas panorámicas únicas que, en los días despejados nos premian además con las vistas de las islas Graciosa y Terceira.
En Pico encontramos uno de los mayores tubos de lava visitables del mundo, la Gruta das Torres, con cinco kilómetros de longitud embellecidos por diversos tipos de estalactitas y estalagmitas lávicas y paredes estriadas.
Para los amantes del geoturismo, hay otros lugares de obligada visita: las furnas de Frei Matias, de Silveira y de Montanheiros, así como los “misterios” de Santa Luzia, Prainha y S. João —formados por la lava de erupciones volcánicas que se produjeron en el mar y que se unieron a la isla, y también los Arcos do Cachorro, impresionante aglomeración de lavas horadadas por numerosos túneles y grutas por la que pasa el mar formando torbellinos.
Otras paradas son las lagunas de Capitão, de Caiado y de Paul, y también el mirador de Terra Alta situado en la carretera que rodea la isla por el norte, desde el cual podemos observar la isla de São Jorge, así como el paisaje que nos ofrece la riqueza forestal de la isla de Pico.
Pico es una tierra de gran tradición ballenera. Su superficie se divide en 3 municipios, Madalena, São Roque y Lajes, y, como en las demás islas de las Azores, el valor de su patrimonio arquitectónico se concentra, sobre todo, en las iglesias y ermitas existentes en las diferentes parroquias: la Iglesia de Santa María Madalena, en Vila da Madalena, la de de San Roque y el Convento e Iglesia de San Pedro de Alcântara, en São Roque do Pico, la de Nuestra Señora de la Concepción y la Ermita de San Pedro, en Lajes y tantas otras.
Cabe destacar también el Museo de Pico, con sus tres núcleos: el Museo de los Balleneros, en Lajes, el Museo de la Industria ballenera, en São Roque, y el Museo del Vino, en Madalena, lugares de obligada visita que retratan una época importante de la historia de Pico. El Museo del Vino ocupa las antiguas dependencias del Convento de las Carmelitas y ofrece visitas a las viñas, catas de vino y, en septiembre, participación en las vendimias.
La isla de Pico, además de su riqueza natural, también ofrece un buen patrimonio gastronómico, basado principalmente en platos de pescado y marisco, en los que destacan las famosas calderetas, el pulpo guisado con vino de cheiro, longaniza con ñame, molha (guiso) de carne y los caldos de pescado. También son famosos sus higos, de interior rojo intenso, la miel producida con el pitósporo y el queso de Pico, un queso de leche de vaca de pasta blanda (en particular los de São João y de Arrife). Todo ello regado, claro está, con vino Verdelho, o por los muy apreciados vinos tintos y blancos de la isla.
Tierra de gran tradición ballenera, Pico destaca por las diversas piezas artesanales en hueso y diente de ballena, así como por los sombreros de paja, las flores de escama de pescado y las miniaturas en madera de los botes balleneros, todos ellos buenas sugerencias para llevarse como recuerdo.