Montemor-o-velho
Montemor-o-velho
Localidade
Asomándose al fértil vale del Mondego, las calles de Montemor-o-Velho revelan su antigua historia en rincones y detalles arquitectónicos que vale la pena descubrir.
Región poblada desde la época romana, Montemor-o-Velho asumió gran importancia estratégica hasta el establecimiento de la frontera sur en el río Mondego, con la conquista cristiana de Lisboa y Santarém en 1147.
Su castillo es la mayor fortificación del río Mondego y una de las mayores del país: desempeñó un papel importante en las luchas por la Reconquista del territorio a los árabes y fue un foco de población del Bajo Mondego en los primeros tiempos de la fundación de Portugal.
Además del castillo, uno de los monumentos más imponentes de la aldea es el Convento de Nossa Senhora dos Anjos. Merecen una visita la Iglesia de São Martinho, templo gótico de una única nave, fechado en el s.XII, la Iglesia de la Misericordia (s. XVI), la Capilla de São Sebastião, de estilo renacentista y la Fuente de los Anjos (s.XVII) de estilo manuelino. En el interior de las murallas del Castillo, desde donde se dominan hasta que se pierden de vista los campos del río Mondego, se encuentran vestigios de la Capilla de Santo Antonio y de la Iglesia de Santa Maria Magdalena del s. XV. Mejor conservada se encuentra la Iglesia de Santa Maria de Alcáçova. Las intervenciones que sufrió le confirieron características manuelinas y renacentistas, destacándose los retablos de los s. XII y XVII.
Al final del paseo, nada mejor que probar las espigas dulces, pasteles típicos de Montemor. Si esto no basta, el restaurante más característico de la aldea es el Ramalhão, conocido por la caldeirada de pescado y por el ensopado de anguilas.
Para los amantes de la naturaleza, el Paúl do Taipal - Zona de Protección Especial - cercano al Castillo de Montemor-o-Velho es un espacio de visita obligatoria para la observación de aves. Lugar de invernada de muchas especies el Paul do Taipal es un refugio de más de tres mil patos de ocho especies diferentes y "dormitorio" de garzas.
Región poblada desde la época romana, Montemor-o-Velho asumió gran importancia estratégica hasta el establecimiento de la frontera sur en el río Mondego, con la conquista cristiana de Lisboa y Santarém en 1147.
Su castillo es la mayor fortificación del río Mondego y una de las mayores del país: desempeñó un papel importante en las luchas por la Reconquista del territorio a los árabes y fue un foco de población del Bajo Mondego en los primeros tiempos de la fundación de Portugal.
Además del castillo, uno de los monumentos más imponentes de la aldea es el Convento de Nossa Senhora dos Anjos. Merecen una visita la Iglesia de São Martinho, templo gótico de una única nave, fechado en el s.XII, la Iglesia de la Misericordia (s. XVI), la Capilla de São Sebastião, de estilo renacentista y la Fuente de los Anjos (s.XVII) de estilo manuelino. En el interior de las murallas del Castillo, desde donde se dominan hasta que se pierden de vista los campos del río Mondego, se encuentran vestigios de la Capilla de Santo Antonio y de la Iglesia de Santa Maria Magdalena del s. XV. Mejor conservada se encuentra la Iglesia de Santa Maria de Alcáçova. Las intervenciones que sufrió le confirieron características manuelinas y renacentistas, destacándose los retablos de los s. XII y XVII.
Al final del paseo, nada mejor que probar las espigas dulces, pasteles típicos de Montemor. Si esto no basta, el restaurante más característico de la aldea es el Ramalhão, conocido por la caldeirada de pescado y por el ensopado de anguilas.
Para los amantes de la naturaleza, el Paúl do Taipal - Zona de Protección Especial - cercano al Castillo de Montemor-o-Velho es un espacio de visita obligatoria para la observación de aves. Lugar de invernada de muchas especies el Paul do Taipal es un refugio de más de tres mil patos de ocho especies diferentes y "dormitorio" de garzas.