Monumentos

Localizada en el centro histórico, esta iglesia pertenece a una de las más antiguas parroquias de la ciudad, habiendo adquirido un importante papel religioso durante la Edad Media.

Cuando conquistó la ciudad en 1147, el primer rey de Portugal, D. Afonso Henriques, dejó que los Templarios fundasen aquí una iglesia. Así lo hicieron gracias a los tributos pagados por el obispo de Lisboa, D. Gilberto, en 1149.

Posteriormente, en el S. XVI, D. Manuel reconstruyó y enriqueció esta iglesia alterando su estrutura y su decoración. De esa obra, destacan el portal, el arco triunfal de acceso al altar mayor y la bellísima bóveda de nervios de la cabecera. Hay que destacar también las emblemas reales que vamos encontrando y que forman parte de nuestro imaginario manuelino: la esfera armillar, la cruz de cristo, las flores de lis y las armas heráldicas. En 1573, reunió aquí al cabildo general de la Orden de Cristo, dirigido por el rey D. Sebastián.

Al entrar en la iglesia, su interior impresiona por las dimensiones y por el hecho de estar completamente revestida de paneles de azulejos. Es una verdadera escuela del azulejo, donde se pueden admirar las variantes de este arte decorativo durante el S. XVII.