El Carnaval
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El Carnaval, o Entrudo, designa el período de tiempo entre el día de Reyes (el 6 de Enero) y la Cuaresma pero, normalmente, se refiere a los tres "días grandes" que anteceden al miércoles de Cenizas (domingo, lunes y martes).
Son tres días de fiesta y de excesos, repletos de comida, anticipando el período de ayuno, rigor y disciplina religiosa de la Cuaresma que comienza el miércoles siguiente y termina con la Semana Santa.
Hay reminiscencias de esta fiesta desde la Antigüedad, en manifestaciones de carácter religioso que determinaban el periodo de transición entre el fin del inverno y el principio de la primavera. Eran rituales de fertilidad y de deseo de abundancia que se esperaban durante el nuevo año que comenzaba.
Durante el mismo período, los romanos celebraban las Saturnales expresando el mismo mensaje de regeneración y equilibrio de la Naturaleza. Saturno, nombre latino para el dios griego Cronos, era uno de los seres supremos del Universo y Protector de las Sementeras. Dominó el mundo hasta que fue destronado por su hijo Zeus (el dios griego Júpiter) y huyó a Italia, llevándose consigo el tiempo de paz y felicidad perfectas que caracterizaron su reinado, conocido como Edad de Oro. En su memoria, durante el inverno empezaron a celebrarse grandes festividades, conocidas como Saturnales o Saturnalia. Creían que, así, mientras transcurriesen las solemnidades, recuperarían la Edad de Oro. Durante esos días no se podía declarar guerra, las ejecuciones se aplazaban, esclavos y señores comían en la misma mesa, se hacían regalos a amigos y familiares y se mantenía vivo el espíritu de igualdad entre los hombres. Asimismo, estos principios de libertad e igualdad son los que caracterizan el Carnaval, simulando una subversión del orden impuesto seguido de una reestructuración del equilibrio social.
La fiesta de las Saturnales también estaba caracterizada por los momentos de reconciliación con los muertos y los espíritus. Para este efecto, se personificaba al muerto con trajes blancos y máscaras y se quemaba un muñeco u otro símbolo del espíritu maléfico, en acto de purificación y liberación de las malas influencias. En muchas localidades portuguesas, también existe la costumbre de terminar los festejos de Carnaval con el Entierro del Entrudo, el último acto de libertinaje y rebeldía antes del retorno al orden.
Son tres días de fiesta y de excesos, repletos de comida, anticipando el período de ayuno, rigor y disciplina religiosa de la Cuaresma que comienza el miércoles siguiente y termina con la Semana Santa.
Hay reminiscencias de esta fiesta desde la Antigüedad, en manifestaciones de carácter religioso que determinaban el periodo de transición entre el fin del inverno y el principio de la primavera. Eran rituales de fertilidad y de deseo de abundancia que se esperaban durante el nuevo año que comenzaba.
Durante el mismo período, los romanos celebraban las Saturnales expresando el mismo mensaje de regeneración y equilibrio de la Naturaleza. Saturno, nombre latino para el dios griego Cronos, era uno de los seres supremos del Universo y Protector de las Sementeras. Dominó el mundo hasta que fue destronado por su hijo Zeus (el dios griego Júpiter) y huyó a Italia, llevándose consigo el tiempo de paz y felicidad perfectas que caracterizaron su reinado, conocido como Edad de Oro. En su memoria, durante el inverno empezaron a celebrarse grandes festividades, conocidas como Saturnales o Saturnalia. Creían que, así, mientras transcurriesen las solemnidades, recuperarían la Edad de Oro. Durante esos días no se podía declarar guerra, las ejecuciones se aplazaban, esclavos y señores comían en la misma mesa, se hacían regalos a amigos y familiares y se mantenía vivo el espíritu de igualdad entre los hombres. Asimismo, estos principios de libertad e igualdad son los que caracterizan el Carnaval, simulando una subversión del orden impuesto seguido de una reestructuración del equilibrio social.
La fiesta de las Saturnales también estaba caracterizada por los momentos de reconciliación con los muertos y los espíritus. Para este efecto, se personificaba al muerto con trajes blancos y máscaras y se quemaba un muñeco u otro símbolo del espíritu maléfico, en acto de purificación y liberación de las malas influencias. En muchas localidades portuguesas, también existe la costumbre de terminar los festejos de Carnaval con el Entierro del Entrudo, el último acto de libertinaje y rebeldía antes del retorno al orden.