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Sus calles de piedra, con pequeñas casas construidas con bloques de granito, guían al visitante hacia la plaza donde se alza el singular “pelourinho”, Monumento Nacional desde 1910. Una simpática cara antropomórfica integrada, coronada con un triángulo en lo alto, recordando un sombrero de tres picos, nos da la bienvenida a esta aldea, donde el visitante encontrará una atmósfera relajada y muy acogedora.

En la periferia del área urbanizada, en un punto alto dominado por un gran afloramiento granítico, visite la era común, un imponente conjunto de 24 hórreos construidos en piedra, con elementos arquitectónicos que datan de los ss. XVIII y XIX, donde la comunidad guardaba los cereales, sobre todo el maíz, abundante en la región. Las cruces en lo alto representan protección divina de sus contenidos, supervivencia de la comunidad, “el pan nuestro de cada día".

En la aldea existen dos excelentes restaurantes donde podrá probar las especialidades locales: la sabrosa carne de la raza "barrosã", criada en los pastos de montaña, cabrito de la sierra, arroz de pollo y el indispensable vino verde de la región. Estos son los manjares que podrá degustar después de que los excelentes aires de la sierra le abran el apetito.