Castelo de Salir
Monumentos
Situado en un lugar estratégico y central, entre la costa y la montaña, el castillo de Salir formaba parte de un importante sistema defensivo de castillos almohades en el Algarve, en una época de intensa presión militar cristiana. Después de que el rey portugués D. Sancho I conquistara la ciudad en 1189, la conquista definitiva de Salir a los musulmanes tuvo lugar en fecha incierta por los caballeros de la Orden de Santiago, tras la conquista de Tavira. Una vez ocupado el asentamiento, se trazó aquí la estrategia para la reconquista de Faro y Loulé bajo el reinado de Alfonso III de Portugal.
La estructura defensiva de Salir se construyó en el siglo XII, en tapial, conservándose algunos paños de muralla incorporados en construcciones posteriores y cuatro torres en tapial, todas ellas bien conservadas. Las excavaciones arqueológicas han revelado la existencia de algunas estructuras residenciales organizadas en torno a patios, y han encontrado algunas alcobas, cocinas y un horno, así como fontanería. Los trabajos arqueológicos también descubrieron silos excavados en la roca, utilizados para almacenar cereales.
Situado en la zona excavada, encontramos el Polo Museológico de Salir, que expone algunos de los materiales identificados durante las excavaciones arqueológicas y una pasarela que permite a los visitantes contemplar estos restos en un entorno al aire libre.
Pero las huellas de la época islámica en Salir no se limitan a la fortificación. Cerca de Salir se ha encontrado una lápida funeraria de la época islámica, que data de 1016-1017 y puede visitarse en el Museo Municipal de Faro.
Déjese embrujar por la leyenda de la morisca encantada que dio nombre al pueblo de Salir.
Amenazado por las tropas del rey Alfonso III de Portugal y sin posibilidad de resistir, el alcalde moro de Castalar, Aben-Fabilla, decretó que la única salida era la huida del castillo. Antes de abandonar el castillo, enterró su tesoro, planeando volver a recuperarlo más tarde. Cuando los cristianos cruzaron las almenas del castillo, lo encontraron abandonado. Sólo quedaba una hermosa joven, la hija del alcalde, que rezaba fervientemente. Cuando el caballero D. Gonçalo Peres le preguntó y le animó a huir también, la bella morisca respondió: "-¡Prefiero morir.... que escapar! Desde lo alto de una colina vecina, Aben-Fabilla divisó a la hija cautiva de los cristianos y, con la mano derecha, trazó el signo de Salomón, con el que, según la tradición, los musulmanes encantaban a sus hijas en el antiguo y embrujado reino de Garb. En ese momento, la joven se transformó en una estatua de piedra. Se corrió la voz de la morisca encantada y un día la morisca de piedra desapareció. En esa tierra ahora conocida como Salir, en homenaje al valor de la joven, aún se cree que la morisca encantada se aparece ciertas noches en las ruinas del castillo.