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La artista neoyorquina Avery Singer realiza su primera exposición en solitario en Portugal. La exposición cuestiona las paradojas de la era digital y las tensiones estructurales que definen la sociedad contemporánea, así como las intersecciones entre el arte, la tecnología y la arquitectura. El artista reflexiona sobre las promesas de las economías digitales emergentes como las criptomonedas, exponiendo las dinámicas de volatilidad, alienación y fragmentación de las identidades que a menudo se asocian a ellas. Figuras anónimas desprovistas de emoción habitan espacios que evocan la frialdad de las oficinas públicas y las instituciones financieras, entornos impersonales donde los individuos se convierten en partes desechables de un sistema indiferente.