Puertos deportivos y de recreo
Atracar en puerto seguro siempre es posible para quien navega a lo largo de la costa portuguesa. De norte a sur y en las islas de Madeira y de las Azores, muchos son los puertos deportivos y de recreo equipados con todos los servicios para recibir a los que llegan por mar.
En los siglos XV y XVI, los navegantes portugueses encontraron los caminos que los llevaron al encuentro de otras culturas y tierras distantes, y fueron los primeros europeos en alcanzar el Lejano Oriente o Brasil.
Hoy en día, con un clima suave y mucho sol durante todo el año, Portugal ofrece excelentes condiciones para disfrutar del océano, navegando o practicando los más diversos deportes náuticos, con la seguridad de que encontrará las instalaciones y equipamientos necesarios en tierra firme. Estos servicios se encuentran disponibles en los puertos deportivos y de recreo, muchos de ellos galardonados con la Bandera azul europea que certifica las excelentes condiciones de la calidad del agua, de la gestión medioambiental, de la seguridad y de los servicios.
Siguiendo la línea de la costa de norte a sur, primero nos encontramos el puerto deportivo de Viana do Castelo, que, junto con la desembocadura del río Lima, es la puerta de entrada a la verde región del Miño. Un poco más abajo quedan dos puertos deportivos, uno en Póvoa do Varzim, destino de veraneo muy concurrido, y otro en Leixões, el puerto deportivo Porto Atlântico, que ya se encuentra en las cercanías de las segunda mayor ciudad del país, Oporto. Pero quien desee aventurarse en el interior, podrá escoger los puertos deportivos y muelles del río Duero, en la región en la que se produce el famoso vino de Oporto, otro “navegante” que también ha llegado a todos los rincones del mundo.
En el centro de Portugal, destaca el faro de Barra, el más alto del país y una referencia para los marineros. También hay varios lugares en los que echar amarras en Carregal cerca de Ovar, en Torreira o en Figueira da Foz, un destino de veraneo lleno de encanto y tradición. Más al sur, Nazaré y Peniche, famosas por las artes pesqueras y por las olas que atraen a surfistas de todo el mundo, también ofrecen puertos seguros.
En la zona de Lisboa, quien llega por mar tiene muchas opciones, desde la costa de Estoril con el puerto deportivo de Cascais y el puerto de recreo Oeiras, al puerto deportivo del Parque de las Naciones en el extremo oriental de la ciudad. En el medio, los muelles de Alcântara, Santo Amaro, Belém y Bom Sucesso sufrieron una reconversión en los años 90 que los convirtió en centros de animación nocturna de la ciudad, con restaurantes, bares y discotecas que atraen a mucha gente.
Del otro lado del río Tajo, junto al Parque Natural da Arrábida, el puerto de recreo de Sesimbra es una excelente base para salir a descubrir pequeñas ensenadas y playas desiertas. Como el muelle de Fontaínhas en Setúbal o el puerto deportivo de Troia, en el que, al soltar amarras, nos podemos encontrar fácilmente con delfines. Más al sur, Sines sirve de puerto de escala para quien va hacia el Algarve, ya que está a medio camino. En el interior del Alentejo, Amieira Marina es la infraestructura con la que pueden contar aquellos que navegan por el gran lago del Alqueva, donde, incluso, se puede alquilar un barco-casa para descansar y pasear.
A lo longo de la costa del Algarve se suceden los lugares para atracar con seguridad. Vilamoura, el puerto deportivo más antigua del país, queda en la zona más central y es un gran foco de animación. Pero de oeste a este, Lagos, Portimão, Albufeira, Faro, Olhão, Tavira y Vila Real de Santo António tienen otros puertos que rivalizan en calidad.
En pleno Atlántico, en los archipiélagos de Madeira y de las Azores, importantes como escala en la epopeya portuguesa del siglo XVI, las conexiones marítimas son el principal transporte entre islas. En Madeira, además del puerto deportivo, Funchal, ciudad cosmopolita, cuenta con uno de los principales puertos de cruceros del país y recibe barcos y buques de todo el mundo. Pero en la región hay otros lugares para atracar, por ejemplo en Quinta do Lorde y en la isla de Porto Santo, famosa por su largo arenal dorado.
En las Azores, el puerto deportivo de Horta, un icono para quien cruza el Atlántico, es muy conocido por los “lobos de mar” que dejan en sus paredes dibujos y pinturas que lo convierten en uno de los más coloridos del planeta. Y en otras isas hay otros lugares para echar anclas. Por ejemplo en Terceira —en Angra y en la playa de Vitória— o en São Miguel —en Ponta Delgada y en Vila Franca do Campo—, donde podemos dejar el barco con seguridad para, en tierra firme, salir a descubrir la belleza deslumbrante de estas islas mágicas.