Sol y playa
El océano Atlántico, que acercó Portugal a otros pueblos y culturas, baña nuestra larga costa. Le acompaña un sol brillante que dora la piel y calienta el alma.
Y llena de luz y alegría la fina arena blanca de nuestras playas. Ya sean arenales inmensos o pequeñas calas abrigadas entre rocas, cada una tiene su propia belleza deslumbrante y sorprendente. Algunas son concurridas y muy animadas, otras desiertas e inexploradas, como secretos por desvelar… Pero siempre hay una adecuada para cada gusto y estado de ánimo. Para relajarse tumbados en la arena, para pasear por la orilla del mar, para enamorarse e, incluso, para jugar o para divertirse toda la noche.
Pero a pesar de las muchas diferencias, hay algo que tienen en común: su calidad. Algo que queda patente en el gran número de banderas azules europeas que reciben anualmente y que certifican sus excelentes condiciones e infraestructuras.
Photo: Lisboa ©miguelsantos1986
El mar, de aguas limpias, presenta distintos temperamentos. Sosegado y tranquilo, especialmente en el Algarve, que, incluso en invierno resulta un excelente destino de vacaciones, o agitado, con el oleaje perfecto para varios deportes que garantizan mucha adrenalina.
Photo: Algarve ©Shutterstock
Los diversos hoteles y resorts, con sus deslumbrantes vistas al océano, son los lugares perfectos para descansar, disfrutando del auténtico placer de recibir con los brazos abiertos. Algo que también se disfruta a la mesa de un restaurante, saboreando la deliciosa gastronomía portuguesa, en la que también se descubre la influencia del sol y del mar.