Vivir la naturaleza en Madeira
Uno de los mayores atractivos turísticos de Madeira es su exuberante y variada vegetación, que combina las características tropicales con las mediterráneas, dando lugar a un mosaico vegetal variado y rico en tonalidades de verdes, formas y tamaños.
Con el fin de proteger este amplio patrimonio natural, que constituye una rareza a escala mundial, se creó, en 1982, el Parque Natural de Madeira, parque catalogado como reserva biogenética, en la cual podemos encontrar una fauna y flora únicas con algunos especímenes poco comunes, como es el caso de la orquídea da Serra (Dactylorhiza foliosa), única en el mundo y, también, árboles de gran tamaño, pertenecientes a la familia de las Lauráceas, el tilo, el laurel o el vinhático (Persea indica) y arbustos, helechos, musgos, líquenes y otras plantas de pequeño tamaño, características de la Laurisilva.
¡Visitar este parque es descubrir la naturaleza! El parque engloba cerca de 2/3 del territorio de la isla y en él se encuentran definidas una serie de zonas protegidas, terrestres y marítimas, que convierten Madeira en un destino ecológico. De los 1.300 a los 700 metros de altitud en el sur de la isla y a los 200 metros en el norte, se concentra la mayor superficie de bosque laurifolio de la Macaronesia, al que la UNESCO incluyó en la lista del Patrimonio de la Humanidad. La zona de protección de este parque incluye también Ponta de São Lourenço, la Reserva Natural de las Islas Desertas, la Reserva Natural de las Islas Selvagens, la Reserva Natural Parcial de Garajau, la Reserva Natural de Rocha do Navio y la Red de Áreas Marinas Protegidas de Porto Santo.
La peculiar orografía de este archipiélago aliada a la diversidad de terrenos y a la riqueza paisajística permiten numerosas actividades al aire libre. Ya sea por tierra, por mar o por aire, varias son las opciones para cualquier amante de la naturaleza. Los numerosos senderos y levadas (canales de agua) que cruzan el bosque endémico de la laurisilva encantarán a los caminantes con sus maravillosas vistas sobre las montañas y, para los más atrevidos, la subida a los picos de Areeiro y Ruivo, promete llevarnos más allá de las nubes, dejando la isla a nuestros pies.
Los buceadores podrán explorar las aguas turquesas de la Reserva Natural de Garajau. Entre la fauna marina residente se encuentran algunos peces de gran tamaño, como los meros, cartel turístico de la reserva. Rodeadas por abruptas escarpas, casi inaccesibles, las Islas Desertas son el último refugio atlántico de la foca monje, la foca más rara del mundo. Las Islas Selvagens, también deshabitadas, están consideradas un santuario ornitológico. Para visitar estas reservas, lo mejor es dar un paseo en barco con una de las muchas empresas de animación que organizan paseos por el archipiélago, durante los cuales tendremos la oportunidad de observar especies marinas de gran tamaño como ballenas, delfines, cachalotes y tortugas bobas, así como leones marinos.
También podemos explorar la zona costera, repleta de majestuosos acantilados, playas de cantos y piscinas rocosas naturales testimonio de los orígenes volcánicos de la isla. O, también, coger un ferry o un vuelo hasta Porto Santo y disfrutar de varios kilómetros de playas doradas.
Para los que les gusta la observación de aves, este archipiélago no dejará de sorprenderles, ya que aquí podemos avistar algunas especies exclusivas de esta parte del globo, como la paloma de Madeira, el reyezuelo de Madeira o el petrel de Madeira. Para no olvidar estos momentos, la cámara de fotos resulta indispensable.
Cuando visite Madeira no se pierda la oportunidad de conocer de cerca todas estas maravillas y estos escenarios majestuosos. Será difícil resistirse a la tentación de descubrir los atractivos de este paraíso.