Viseu
Viseu
Localidade
Justo en el centro de Portugal, alzándose sobre una fresca meseta rodeada de serranías y por los ríos Vouga y Dão (en cuyas laderas nace el excelente vino del Dão), Viseu recibió en 1993 el premio Quercus por su incomparable preservación de los espacios verdes.
La meseta está coronada por la imponente Catedral, pero en la época de la ocupación de Roma la población se diseminaba por la zona más baja, donde se sitúa la Caba de Viriato y el Parque del Fontelo. En el s. VI, Viseu era ciudad episcopal del reino suevo. Consta que el último de los reyes godos, D. Rodrigo murió aquí y sus cenizas están guardadas en una modesta tumba de granito, en el interior de la iglesia de S. Miguel de Fetal.
En el agitado período de la Reconquista, Viseu tanto estuvo bajo dominio de los musulmanes como de los cristianos, pero en 1058, Fernando Magno de Leão la reconquistó definitivamente para la Cruz. La madre de D. Afonso Henriques, D. Teresa, le concedió el primer fuero en 1123, que su hijo confirmaría en 1187, ya como primer rey de Portugal. En 1383, muerto el rey D. Fernando I y originada la crisis dinástica, Viseu fue saqueada por los ejércitos castellanos.
El rey D. João I ordenó la construcción de nuevos muros de defensa (r.1383-1433), que no fueron concluidos hasta 1472 por su nieto D. Afonso V. De esta muralla "afonsina" quedan algunos fragmentos integrados en la red urbana y dos puertas, la del Soar y la de los Cavaleiros. Situada en el centro de una región de pastos de montaña, con intenso movimiento de rebaños trashumantes, en Viseu era donde se realizaba la gran feria anual de ganado, origen de la feria de S. Matus, uno de los grandes eventos que anima la ciudad todos los años en Agosto/Septiembre.
A partir del s. XVI la colina donde se encuentra la Catedral, se convirtió en el centro de desarrollo del burgo. Este siglo testimonió el florecimiento de una notable cultura artística que tuvo su auge en la figura de Vasco Fernandes (Grão Vasco), cuya obra ejemplar se conserva en el Museo Grão Vasco.
El encanto de Viseu se refleja en la atmósfera medieval de sus calles, en los palacios que pertenecieron a la nobleza y a los señores de la Iglesia, engrandecidos por la noble piedra de granito, en las plazas y jardines frondosos, en el patrimonio de muchas épocas, testimonio de su vitalidad.
La meseta está coronada por la imponente Catedral, pero en la época de la ocupación de Roma la población se diseminaba por la zona más baja, donde se sitúa la Caba de Viriato y el Parque del Fontelo. En el s. VI, Viseu era ciudad episcopal del reino suevo. Consta que el último de los reyes godos, D. Rodrigo murió aquí y sus cenizas están guardadas en una modesta tumba de granito, en el interior de la iglesia de S. Miguel de Fetal.
En el agitado período de la Reconquista, Viseu tanto estuvo bajo dominio de los musulmanes como de los cristianos, pero en 1058, Fernando Magno de Leão la reconquistó definitivamente para la Cruz. La madre de D. Afonso Henriques, D. Teresa, le concedió el primer fuero en 1123, que su hijo confirmaría en 1187, ya como primer rey de Portugal. En 1383, muerto el rey D. Fernando I y originada la crisis dinástica, Viseu fue saqueada por los ejércitos castellanos.
El rey D. João I ordenó la construcción de nuevos muros de defensa (r.1383-1433), que no fueron concluidos hasta 1472 por su nieto D. Afonso V. De esta muralla "afonsina" quedan algunos fragmentos integrados en la red urbana y dos puertas, la del Soar y la de los Cavaleiros. Situada en el centro de una región de pastos de montaña, con intenso movimiento de rebaños trashumantes, en Viseu era donde se realizaba la gran feria anual de ganado, origen de la feria de S. Matus, uno de los grandes eventos que anima la ciudad todos los años en Agosto/Septiembre.
A partir del s. XVI la colina donde se encuentra la Catedral, se convirtió en el centro de desarrollo del burgo. Este siglo testimonió el florecimiento de una notable cultura artística que tuvo su auge en la figura de Vasco Fernandes (Grão Vasco), cuya obra ejemplar se conserva en el Museo Grão Vasco.
El encanto de Viseu se refleja en la atmósfera medieval de sus calles, en los palacios que pertenecieron a la nobleza y a los señores de la Iglesia, engrandecidos por la noble piedra de granito, en las plazas y jardines frondosos, en el patrimonio de muchas épocas, testimonio de su vitalidad.