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La parte más antigua de la ciudad, formada por callejuelas estrechas y empinadas que conducen a la cima de la colina donde ésta nació y a la que los estudiantes dieron vida.

A partir de la Rua Ferreira Borges, el Arco de Almedina establece los límites de la ciudad antigua, donde vivían los estudiantes, no pudiendo hacerlo fuera de las murallas, a excepción de los Monasterios situados cerca del Río Mondego de donde venían algunos docentes.

Subiendo las escalerillas de la Rua do Quebra Costas y torciendo a la izquierda. Enseguida aparece el Arco y el Palacio Sub Ripas, una casa del siglo XVI con decoración renacentista en la fachada, creada por el taller de João de Ruão que, según dice la tradición, quedaba aquí cerca. Un poco más adelante, sobre una base de la muralla medieval, la Torre do Anto, un recuerdo a la memoria del poeta António Nobre (1867-1900), que vivió aquí cuando estudiaba en Coimbra.

A mitad de la cuesta, apreciamos una vista privilegiada sobre la ciudad que, seguramente, habrá inspirado algunos de sus poemas. Actualmente, acoge una galería de arte y una tienda de artesanía. Dando la vuelta por la Rua dos Coutinhos se llega al Largo donde la Sé Velha (Catedral Vieja) sigue contando su historia desde la fundación de la nacionalidad.

Después de la Rua Borges Carneiro la Iglesia de São João de Almedina representa una parada obligatoria. Actualmente, este templo forma parte del Museo Nacional Machado de Castro, el más significativo de la ciudad. No olvide entrar y admirar la vista desde el balcón renacentista. Fíjese en las calles estrechas y empinadas alrededor. Aquí aún se encuentran las asociaciones de estudiantes, conocidas como Repúblicas, en donde cada una dicta sus propias reglas manteniendo vivo el espíritu académico.

Saliendo del Museo, a la derecha, encontrará la Iglesia de São Salvador, donde se puede apreciar otra obra de arte renacentista de João de Ruão. La calle donde se sitúa, la Couraça dos Apóstolos, indica el lugar donde la Compañía de Jesús se instaló para construir la iglesia que llegaría a ser la Sé Nova (Catedral Nueva).

Más adelante una entrada imponente, la Porta Férrea, invita a entrar en la institución que ha forjado la historia de Coimbra, la Universidad, y donde termina este recorrido.