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Tomar, ciudad templaria

Igreja Matriz
Lugar Tomar
Foto: John Copland
Foto: John Copland

Para no perderse
  • visitar el Convento de Cristo
  • dar un paseo por la Mata dos Sete Montes
  • visitar la antigua sinagoga
  • deleitarse con unas fatias de Tomar
  • visitar la ciudad el año en el que se celebra la Fiesta de los Tabuleiros
  • ir al Castillo de Almourol

Antigua sede de la Orden de los Templarios, Tomar es una ciudad con gran encanto, tanto por su riqueza artística como cultural. Su máximo exponente se encuentra en el Convento de Cristo, una de las obras renacentistas más importantes de Portugal.

Sea cual sea el motivo para visitar la ciudad, hay que subir al castillo templario y descubrir la monumental obra del Convento de Cristo. La Charola es la parte más antigua. Este oratorio templario se construyó en el siglo XII, al igual que el castillo, que, en su momento, era la construcción militar más moderna y avanzada del reino, inspirada en las fortificaciones de Tierra Santa. Se transformó en capilla mayor con motivo de la reconstrucción ordenada por Don Manuel I, en el siglo XVI, momento en el cual el conjunto alcanzó el esplendor arquitectónico que todavía hoy conserva y que le valió su catalogación como Patrimonio de la Humanidad.

Merece la pena ver el convento con atención para descubrir algunas de las preciosidades, como las representaciones en el pórtico renacentista, la particular simbología de la ventana manuelina de la sala capitular, los detalles arquitectónicos del claustro principal y las dependencias relacionadas con los rituales templarios. Para comprender mejor su historia, es importante conocer cómo la Orden de los Caballeros del Templo se transformó en la Orden de Cristo, conservando el poder, el conocimiento y la riqueza que poseían en Portugal. El célebre Infante Don Enrique, mentor de la epopeya de los Descubrimientos, fue uno de sus gobernadores y protectores más importantes.

Desde el convento, podemos descender a pie por la Mata dos Sete Montes hasta el centro histórico. Por la carretera, a mitad del recorrido veremos la Ermita de Nuestra Señora de la Concepción, una pequeña joya renacentista, obra del portugués João de Castilho que también trabajó en el convento.

A continuación, hay que visitar Tomar. La zona urbana más antigua, que se remonta a la época medieval, está dispuesta en cruz, según los puntos cardinales, y cuenta con un convento en cada extremo. La Praça da República, con la Iglesia Principal dedicada a San Juan Bautista marca el centro y, al oeste, se encuentran la colina del castillo y del Convento de Cristo. En las calles de alrededor podemos encontrar tiendas de comercio tradicional y el café más antiguo en el que se pueden degustar las delicias de la pastelería local: queijadas de almendra y calabaza y las tradicionales fatias de Tomar, confeccionadas solo con yemas de huevos y cocinadas al baño maría en una olla muy especial, inventada por un latonero de la ciudad a mediados del siglo pasado.

Al sur, el Convento de San Francisco, en el que se puede visitar actualmente el curioso Museo de los Fósforos y, al norte, el antiguo Convento de Anunciada. Al este, en el lugar del actual Museo de Levada, vemos las antiguas moliendas y molinos, que trabajaban con la fuerza del río Nabão, que atraviesa la ciudad. En una de las orillas queda el Convento de Santa Iria y, algo más lejos en esa dirección, la Iglesia de Santa Maria del Olival, donde se encuentran las tumbas de varios templarios, entre ellas la de Gualdim Pais, el primer maestro, que murió en 1195. 

Toda la ciudad es organizó a partir de este punto, que también es escenario de uno de los mayores eventos tradicionales, la Fiesta de los Tabuleiros.

Además de haber sido testigo de las luchas de la Reconquista cristiana en el siglo XII, Tomar conserva un interesante testimonio de la religión hebrea, la antigua sinagoga del siglo XV, actualmente Museo Luso-Hebraico de Abraham Zacuto, dedicado al distinguido astrónomo y matemático del siglo XV. Situado en la antigua Rua da Judiaria, cuenta con una valiosa colección documental y epigráfica. Fíjese en los agujeros que se ven de tanto en tanto y que se utilizaban para colocar vasijas de barro en la pared con el fin de mejorar las condiciones acústicas del espacio.

A los puntos de interés ya mencionados hay que sumar el Núcleo de Arte Contemporánea, en el que se guarda la colección de uno de los más importantes historiadores de arte portugués del siglo XX, el profesor José-Augusto França.

Para descansar del paseo cultural, nada como una pausa en el Parque de Mouchão. Es un lugar fresco, donde se puede ver la Roda do Mouchão, una noria hidráulica de madera. Es un emblema de la ciudad que evoca los tiempos en los que los molinos, los lagares y las zonas de cultivo a lo largo del río contribuían a la prosperidad económica de Tomar.

Aún hay más motivos para pasear por las proximidades, como Castelo de Bode, uno de los mayores embalses del país, donde se puede realizar un tranquilo crucero con comida a bordo u optar por diversos deportes acuáticos. O el pequeño islote del río Tajo, en el que se encuentra el Castillo de Almourol, o la localidad ribereña de Dornes, para quien desee ampliar la visita a los lugares templarios de la región. Si desea un itinerario más completo, le sugerimos los Roteiros do Património Mundial - No Coração de Portugal.


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