Portalegre, Marvão, Castelo de Vide
Para no perderse
- visitar el Mueso de las Manufacturas de Portalegre
- traerse un recuerdo hecho con corcho
- subir al punto más alto al sur del río Tajo, el Pico de São Mamede, a 1.025 m de altitud
- ir a Castelo de Vide durante la Semana santa
- beber agua en Castelo de Vide
- subir a la torre más alta del castillo de Marvão
En un momento atravesamos Portugal y llegamos al norte del Alentejo para descubrir un refugio de amplios horizontes y gente hospitalaria, en el Parque Natural de São Mamede. Si es su primera visita, le sugerimos un paseo en coche con parada obligatoria en tres lugares: Portalegre, Castelo de Vide y Marvão.
Antes de entrar en el parque, visitamos Portalegre
Portalegre, que cuenta con una dilatada historia, fue una ciudad próspera y rica en los siglos XVII y XVIII gracias a la inversión en la industria textil, tradición por la cual todavía es conocida en la actualidad. Por eso debemos visitar el Museo de los Tapices de la Manufactura de Portalegre (Museu das Tapeçarias da Manufatura de Portalegre), situado en una antigua casa noble. Los tapices son piezas únicas realizadas con una técnica de telar manual que permite reproducir a la perfección las gradaciones y las tonalidades de una pintura o de un dibujo. Tienen un gran valor y son muy apreciados por artistas contemporáneos para la reproducción de sus obras de arte.
Paseando por la ciudad, vemos muchos palacios y monumentos que recuerdan épocas doradas pasadas. Como el castillo de origen medieval, la gran Catedral, en la que podemos admirar un conjunto único de pintura portuguesa de los siglos XVI y XVII, y paneles de azulejos con escenas bíblicas, o la Casa Museo José Régio, en la que vivió este poeta, apasionado coleccionista de piezas de arte sacro y popular. Antes de continuar el viaje, visitamos la Iglesia del Convento de San Francisco, espacio situado en la antigua Fábrica de Corcho Robinson, muy importante para el desarrollo de la ciudad.
Muy cerca, a 15 km, queda el Pico de São Mamede, el punto más alto del parque natural. Si tiene tiempo, merece la pena ir hasta Alegrete, un tradicional pueblo alentejano de casas blancas entre murallas.
Camino de Marvão, pasaremos por Portagem, donde podremos refrescarnos en sus piscinas. Haga una pausa y pruebe los sabores de la cocina tradicional alentejana, acompañados por un buen vino tinto de la región. No muy lejos, merece la pena visitar la ciudad arqueológica romana de Ammaia.
Subiendo a Marvão
Cualquier persona que conozca en Marvão seguramente le dirá que nos encontramos en un punto tan alto que hasta se puede ver el lomo de los pájaros en pleno vuelo. Y es cierto. Basta con subir al castillo y admirar el inmenso paisaje.
Este pueblo medieval, protegido por murallas, es una de las bellezas de Portugal. Aquí somos bien recibidos y sentimos una tranquilidad inagotable. Marvão se da a conocer en las calles estrechas y en los rincones pintorescos, en la picota manuelina, en las ventanas góticas y en los balcones de hierro forjado.
Podemos visitar el pequeño convento gótico de la Señora de la Estrella y las iglesias de Santiago, del Espíritu Santo y de de Santa María. En esta última se encuentra el Museo Municipal, en el que conoceremos más sobre la historia de esta pintoresca localidad. "Desde su conquista por los cristianos, en 1160, hasta las guerras de la Restauración de la Independencia entre Portugal y España, en 1640, estuvo considerada la plaza fuerte “más inconquistable de todo el reino”. Pero ahora reina en ella la paz y sosiego".
De Marvão seguimos continuamos viaje hacia Castelo de Vide.
Al llegar a Castelo de Vide
Nos sorprende el castillo rodeado por el caserío blanco que destaca en el paisaje. Pero la mayor sorpresa nos espera dentro del pueblo, donde encontramos una de las juderías mejor conservadas de Portugal.
El encanto del escenario medieval nos atrapa con facilidad. Visitamos la antigua sinagoga, actualmente un museo, y paseamos por el laberinto de calles, en el que aprendemos a reconocer la presencia judía en los nombres y las señales del culto de generaciones hebreas en las puertas de granito. La Rua das Espinosas nos remite, por ejemplo, al célebre filósofo del siglo XVII, Spinoza, hijo de un habitante de Castelo de Vide.
Después de subir al castillo, volvemos al centro, donde entraremos en la Iglesia principal de Santa María. Aquí se celebra parte de las ceremonias de Semana Santa en las que se mezclan las dos creencias, la cristiana y la judía. También queda tiempo para disfrutar de la frescura del agua de las fuentes que se encuentran por el camino, famosa por sus propiedades termales.
Siempre presente, el parque natural
Además de su herencia cultural e histórica, el Parque Natural de São Mamede es un lugar de gran biodiversidad, en el que se pueden encontrar jabalís, zorros, conejos, tejones, gatos monteses y aves poco comunes como el águila perdicera, símbolo de esta zona protegida, el buitre leonado, los gavilanes, las águilas culebreras y los cárabos comunes.
El paisaje es muy rico desde el punto de vista geológico y la naturaleza se expresa de forma muy particular en las imponentes formaciones de llamativos peñascos cuarcíticos. Aquellos que puedan, disfrutarán de este ambiente especial durante una caminata o un recorrido en bicicleta de montaña, siguiendo uno de los recorridos señalados.
Para este paseo, lo ideal sería emplear unos 4 días, pero es comprensible que le apetezca quedarse más tiempo.