La Isla Graciosa, clasificada por la Unesco como Reserva Mundial de la Biosfera, es la isla más al norte de las cinco que componen el Grupo Central del archipiélago de las Azores. Se la conoce como la Isla Blanca, denominación inspirada en las características geomorfológicas y en los elementos toponímicos de la isla, destacando especialmente los nombres dados a lugares como Pedras Brancas (Piedras Blancas), Serra Branca (Sierra Blanca) y Barro Branco (Barro Blanco).
La isla tiene un municipio, Santa Cruz da Graciosa, formado por cuatro parroquias: Vila de Santa Cruz, Vila da Praia, Guadalupe y Luz. Santa Cruz destaca por las casas típicas, las callejuelas empedradas, que ramifican desde la amplia plaza central, donde hay un templete, estanques de agua y araucarias. Vale la pena visitar a Iglesia Matriz de Santa Cruz de Graciosa, la del Santo Cristo, la Cruz da Barra y el Museo Etnográfico, que reúne piezas relacionadas con la cultura del vino, con tradiciones de la isla y con la actividad ballenera. En el pueblo de Praia, destaca la Iglesia de San Mateo, que cuenta con un órgano de tubos de 1793, uno de los más bonitos de las Azores y, en Guadalupe, la Iglesia del mismo nombre que data del siglo XVII.
En el Monte de Nuestra Señora de la Ayuda tenemos una agradable vista panorámica de Santa Cruz, la parte norte de la Isla. En esta zona podemos también visitar tres ermitas dedicadas a S. Juan, S. Salvador y Nuestra Señora de la Ayuda. Esta última es uno de los mejores ejemplos de “arquitectura religiosa fortificada” en las Azores. Tiene anexa la “casa de los romeros”, destinada a acoger a los que se trasladan hasta allí en peregrinación.
El patrimonio arquitectónico de la isla lo preservan varios tipos de edificaciones, destacando las iglesias, ermitas, casas rurales y una curiosa “arquitectura del agua” asociada a una centenaria red de embalses y sistemas de abastecimiento de agua potable. Otra característica destacada del paisaje de esta isla son los molinos de viento con las cúpulas rojas, de inspiración flamenca y testigos de la abundante producción de cereales que hubo en otros tiempos.
La Caldera de Graciosa es el elemento paisajístico más emblemático de esta isla. Clasificada como Monumento Natural Regional, este cráter de grandes dimensiones y gran belleza, engloba también la Cueva de Maria Encantada y la Cueva del Azufre, verdaderos Santuarios de la Madre Naturaleza.
La Isla Graciosa, clasificada por la Unesco como Reserva Mundial de la Biosfera, es la isla más al norte de las cinco que componen el Grupo Central del archipiélago de las Azores. Se la conoce como la Isla Blanca, denominación inspirada en las características geomorfológicas y en los elementos toponímicos de la isla, destacando especialmente los nombres dados a lugares como Pedras Brancas (Piedras Blancas), Serra Branca (Sierra Blanca) y Barro Branco (Barro Blanco).
La isla tiene un municipio, Santa Cruz da Graciosa, formado por cuatro parroquias: Vila de Santa Cruz, Vila da Praia, Guadalupe y Luz. Santa Cruz destaca por las casas típicas, las callejuelas empedradas, que ramifican desde la amplia plaza central, donde hay un templete, estanques de agua y araucarias. Vale la pena visitar a Iglesia Matriz de Santa Cruz de Graciosa, la del Santo Cristo, la Cruz da Barra y el Museo Etnográfico, que reúne piezas relacionadas con la cultura del vino, con tradiciones de la isla y con la actividad ballenera. En el pueblo de Praia, destaca la Iglesia de San Mateo, que cuenta con un órgano de tubos de 1793, uno de los más bonitos de las Azores y, en Guadalupe, la Iglesia del mismo nombre que data del siglo XVII.
En el Monte de Nuestra Señora de la Ayuda tenemos una agradable vista panorámica de Santa Cruz, la parte norte de la Isla. En esta zona podemos también visitar tres ermitas dedicadas a S. Juan, S. Salvador y Nuestra Señora de la Ayuda. Esta última es uno de los mejores ejemplos de “arquitectura religiosa fortificada” en las Azores. Tiene anexa la “casa de los romeros”, destinada a acoger a los que se trasladan hasta allí en peregrinación.
El patrimonio arquitectónico de la isla lo preservan varios tipos de edificaciones, destacando las iglesias, ermitas, casas rurales y una curiosa “arquitectura del agua” asociada a una centenaria red de embalses y sistemas de abastecimiento de agua potable. Otra característica destacada del paisaje de esta isla son los molinos de viento con las cúpulas rojas, de inspiración flamenca y testigos de la abundante producción de cereales que hubo en otros tiempos.
La Caldera de Graciosa es el elemento paisajístico más emblemático de esta isla. Clasificada como Monumento Natural Regional, este cráter de grandes dimensiones y gran belleza, engloba también la Cueva de Maria Encantada y la Cueva del Azufre, verdaderos Santuarios de la Madre Naturaleza.
La subida a la Cueva de Maria Encantada permite apreciar el paisaje que hay alrededor y la abundante vegetación plantada por el hombre: cryptomerias, acacias, pinos e inciensos cubren casi la totalidad de las paredes de la caldera y contrastan con la vegetación de otras zonas de la isla. En el interior de la caldera hay una imponente cavidad volcánica, la Cueva del Azufre. Comunica con el exterior a través de dos grandes hendiduras y tiene cerca de 40 m de altura por su parte central. El acceso se hace a través de una torre edificada a comienzos del siglo XX, con una escalera de caracol de 183 escalones. Es una de las más imponentes grutas de las Azores y tiene un lago de agua fría y una columna de humo con barro, responsable del olor a azufre que nos remite a su denominación y nos recuerda el origen volcánico.
Los Picos Timão, el punto más alto de la isla (398 m), y de Facho (375 m), son propicios para dar relajantes paseos entre la vegetación primitiva, y las Sierras Dormida, Branca y Fontes ofrecen extraordinarios escenarios, no solo sobre la isla sino también sobre la extensión del mar azul, pudiendo observarse en el horizonte las demás islas del Grupo Central - Terceira, San Jorge, Pico y Faial.
Los islotes dispuestos a lo largo de la costa de Graciosa añaden una belleza peculiar a la isla. Es el caso del Islote de Praia, que alberga una diversificada población de aves marinas, del Islote de Baixo, frente a la Ponta da Restinga, el Islote de Gaivotas, cerca de Carapacho, y el Islote de Baleia, localizado en la Bahía de Ponta da Barca, cuyo nombre se debe a su forma.
En el paisaje destaca el Farol de la Ponta da Barca y dicen los habitantes dicen que es el más alto de las Azores.
En Carapacho, podemos aprovechar para darnos un baño en las Piscinas Naturales y relajarnos en las aguas calientes y curativas de las termas.
Un paseo alrededor de la isla, con paradas en los diversos miradores, completa el álbum de buenos recuerdos que podemos guardar del gracioso paisaje de esta bonita isla.