Silves era la ciudad más importante del antiguo reino árabe del Algarve y su capital. A esa época se debe su perfil señorial, coronado por un castillo de color rojo, que nos llama a explorarlo.
Considerado el monumento militar islámico más bello de Portugal, este castillo también es el mayor del Algarve. Sus torres y murallas construidas sobre una colina de la sierra de Monchique con el propósito de vigilar y defender el territorio son, hoy en día, excelentes miradores sobre estos fértiles campos cubiertos de naranjos alrededor del río Arade. Los árabes lo construyeron probablemente sobre una antigua fortificación romana del siglo IV/V. También rodearon la población con otras dos murallas, de las cuales solo permanecen unos tramos. En su interior podemos ver la antigua alcazaba árabe y dos cisternas, una de las cuales, según dicen, comunica con el río.
El rey Don Sancho I conquistó Silves a los moros en 1189, pero estos no fueron expulsados definitivamente hasta 1242, durante el reinado de Don Alfonso III. Se cree que a esa época pertenece la antigua mezquita mayor, transformada en Catedral, uno de los templos más importantes del Algarve, iniciado en estilo Gótico y concluido en la época barroca. Se encuentran frente al castillo y, al igual que este, se construyó con arenisca roja, el asperón de Silves.
Silves era la ciudad más importante del antiguo reino árabe del Algarve y su capital. A esa época se debe su perfil señorial, coronado por un castillo de color rojo, que nos llama a explorarlo.
Considerado el monumento militar islámico más bello de Portugal, este castillo también es el mayor del Algarve. Sus torres y murallas construidas sobre una colina de la sierra de Monchique con el propósito de vigilar y defender el territorio son, hoy en día, excelentes miradores sobre estos fértiles campos cubiertos de naranjos alrededor del río Arade. Los árabes lo construyeron probablemente sobre una antigua fortificación romana del siglo IV/V. También rodearon la población con otras dos murallas, de las cuales solo permanecen unos tramos. En su interior podemos ver la antigua alcazaba árabe y dos cisternas, una de las cuales, según dicen, comunica con el río.
El rey Don Sancho I conquistó Silves a los moros en 1189, pero estos no fueron expulsados definitivamente hasta 1242, durante el reinado de Don Alfonso III. Se cree que a esa época pertenece la antigua mezquita mayor, transformada en Catedral, uno de los templos más importantes del Algarve, iniciado en estilo Gótico y concluido en la época barroca. Se encuentran frente al castillo y, al igual que este, se construyó con arenisca roja, el asperón de Silves.
El centro histórico mantiene el trazado de la Edad Media y el encanto de las calles de la antigua medina, un ambiente elevado a su máximo exponente durante la Feria Medieval de mediados de agosto, una recreación histórica que no se debe perder. Podemos ver algunos objetos de estas épocas en el Museo arqueológico, que conserva un pozo-cisterna del siglo XI de origen islámico, muy profundo y accesible mediante una escalera de caracol.
También merece una visita la Iglesia de la Misericordia con un bello pórtico lateral de estilo manuelino. En el exterior de las murallas quedan la Capilla de Nuestra Señora de los Mártires del siglo XII, a la que se añadieron elementos góticos y barrocos, y la Cruz de Portugal, junto a la carretera que llevaba al norte.
Atravesado por un puente de origen medieval, el río Arade fue, durante siglos, tal vez milenios, la gran vía de comunicación con el litoral. Por aquí navegaban barcos llegados del Mediterráneo y del Atlántico, y también por aquí llegaron los cruzados que ayudaron en la Reconquista cristiana. Para conocer la belleza de sus orillas, pruebe uno de los numerosos paseos en barco que realizan el descenso hasta Portimão y hasta las fortalezas que defendían la entrada del río.
Del litoral vienen los pescados y mariscos imprescindibles en la gastronomía local. Deliciosos a la parrilla o en calderetas, también se degustan de otras formas, como las sardinas albardadas o los jureles al limón. Y también se saborean recetas propias de la zona serrana como las fatias do Barrocal (con carne de cerdo y zumo de naranja) o las papas de maíz. Entre los dulces, el morgado de Silves, hecho a base de huevos y almendra, y decorado con hojas y flores de azúcar, es uno de preferidos del Algarve. Pero hay más, como las lesmas rellenas de yema de huevo o los hojaldres de Messines. Las naranjas y los higos, que aquí se producen en abundancia, saben bien a cualquier hora del día. Son otra “herencia árabe”, ya que fueron ellos los que introdujeron estos cultivos tan emblemáticos en la región.