Caminos de Santiago
Para no perderse
- visitar las catedrales de las ciudades que quedan en los caminos, normalmente de los siglos XII a XIII
- conocer en Barcelos el crucero del Señor del Gallo, que reproduce una antigua leyenda jacobea
- visitar el Convento de Cristo en Tomar, que fue sede de la orden de los Templarios por encontrarse justo en un camino de peregrinación
- conocer el barrio de Alfama por el que pasa el camino que sale de la Catedral de Lisboa
- visitar el Museo del Azulejo situado en el Convento de la Madre de Dios, en el mismo camino a la salida de Lisboa
- o también conocer el Parque de las Naciones, en Lisboa, en el que los peregrinos de Santiago se mezclan con los de Fátima a la salida de Lisboa
Desde hace siglos, los peregrinos siguen los Caminos de Santiago que atraviesan Portugal de sur a norte. Recorrerlos es descubrir el país y a nosotros mismos.
El destino de estos caminos es la Catedral de Santiago de Compostela, bajo la cual, cuenta la leyenda, se encuentra la tumba del Apóstol Santiago, que predicó en la Península Ibérica, entonces provincia de Roma. El culto a este santo se popularizó a lo largo de la Edad Media, dando lugar a grandes peregrinaciones provenientes de todos los rincones de Europa. En Portugal disfrutó de mayor difusión a partir del siglo XII, con la fundación de la nación portuguesa.
Dependiendo de los lugares de partida de los peregrinos, en Portugal se recorrían varios caminos con destino a Santiago, aunque actualmente se pueden identificar tres rutas principales.
El más antiguo es el Camino del Norte. Parte de la Catedral de Oporto y sigue por Rates (donde el propio Santiago ordenó al obispo que dio nombre a la iglesia románica de San Pedro), Barcelos, Ponte de Lima y Valença, donde entra en España. En la Edad Media, el Camino del Norte contaba con variantes y era habitual que pasase por Guimarães (en cuya plaza de Santiago, según la leyenda, el santo colocó una imagen de la Virgen) pero, sobre todo, por Braga, que se disputaba con Compostela el título de centro de la Cristiandad en la Península por ser la sede del arzobispado de toda la Península Ibérica. Su primer obispo fue, justamente, el obispo de Rates. Otra variante era el Camino de la Geira (la antigua vía romana) que atravesaba Gerês hasta Portela do Homem. También estaba el Camino de la Costa que actualmente se encuentra señalizado. Sale también de Oporto y sigue por Vila do Conde, Esposende, Viana do Castelo y Caminha, donde se puede cruzar a España o seguir hasta Valença.
Uniendo Viseu y Chaves, con salida hacia España por Vilarelho da Raia, el Camino Interior cobró nueva vitalidad al proceder a su señalización y con la apertura de albergues para los peregrinos. Saliendo de Viseu, este camino pasa junto a Castro Daire, Lamego, Peso da Régua, Santa Marta de Penaguião, Vila Real y Vila Pouca de Aguiar hasta alcanzar Chaves. Enlaza con la Vía de la Plata, la antigua ruta comercial de los romanos que atravesaba el oeste de España.
Más al sur, el gran Camino Central Portugués coincide hasta Santarém con el Camino del Tajo, de peregrinación a Fátima. Sale de la Catedral de Lisboa y sigue al lado del río Tajo por Alverca, Vila Franca de Xira, Azambuja, Santarém, Golegã y Tomar, antigua sede de los Templarios en Portugal. Desde aquí sigue en dirección a Coímbra, pasando por Alvaiázere, Ansião y Rabaçal. En Coimbra hay que visitar obligatoriamente el Monasterio de Santa Clara-a-Nova, ya que en él se encuentra la tumba de la Reina Santa Isabel (siglo XIV), que peregrinó a Santiago e hizo que la sepultasen con los símbolos de la vieira, de la cruz de Santiago y del bordón. Siguiendo hacia el norte, el camino pasa por Mealhada, Águeda, Albergaria-a-Velha, São João da Madeira y Grijó, hasta entrar en Oporto, donde comienzan los Caminos del Norte.
Esta ruta tenía una variante que, partiendo también de Lisboa, pasaba junto al mar por Sintra, Torres Vedras, Caldas da Rainha, Alcobaça, Batalha y Leiria, desde donde seguía hacia Coímbra para unirse al gran Camino Central. Sin embargo, actualmente no se encuentra debidamente señalizada, al igual que los caminos que en la Edad Media salían del Algarve.
Con fe de peregrino o deseo de aventura y comunión con la naturaleza, los Caminos de Santiago son, sin duda, una buena sugerencia para los adeptos a las largas caminatas.