Guimarães
Localidade
El día 13 de diciembre de 2001 la UNESCO incluyó el centro histórico de la ciudad de Guimarães en la lista del Patrimonio Mundial. Distinción merecida para una ciudad, repleta de reminiscencias históricas, que ha sabido preservar su patrimonio y sus espacios públicos para el disfrute de quien la visita.
Para los portugueses, Guimarães tiene un valor simbólico muy especial pues fue en un campo cercano a los muros de su castillo donde D. Afonso Henriques al vencer el 24 de junio de 1128, en la batalla de S. Mamede, a las huestes de D. Teresa, su madre, hija su vez de Alfonso VI de León y Castilla, iba a dar inicio al recorrido que llevaría a la construcción del reino de Portugal, del cual llegaría a ser el primer rey.
Empiece por tanto por visitar un lugar conocido por Colina Sagrada coronado por el castillo de Guimarães, de múltiples evocaciones, y la pequeña iglesia románica de S. Miguel. De acuerdo con la tradición, fue en este modesto templo donde Afonso Henriques recibió su bautismo en la pila bautismal que todavía se puede ver en su interior. Según una interpretación del escultor Soares dos Reis (1834), una imponente estatua colocada más abajo permite imaginar la figura y las facciones del primer rey portugués.
En las inmediaciones destaca el Palacio Ducal, hoy en día un palacio museo, cuya edificación original se remonta al siglo XV.
Después de visitar estos puntos de referencia sobre la fundación de Portugal, acérquese a Guimarães, donde le sugerimos que elija el Largo da Oliveira (Plaza del Olivo), corazón del centro histórico, como punto de partida para su visita.
Se quiere disfrutar de una magnífica visión de la ciudad, podrá subir en coche los 7 km necesarios para llegar hasta el Monte da Peña (Monte de la Peña), uno de los panoramas más impresionantes del norte de Portugal.
Esta carretera pasa junto al Parador de Santa Mariña da Costa. Antiguo convento fundado por D. Mafalda de Sabóia, mujer de D. Afonso Henriques, en este edificio se entrecruzan varios estilos y épocas que la hábil intervención del arquitecto Fernando Távora transformó en un parador. La iglesia, reconstruida en el siglo XVIII, el claustro, las celdas transformadas en habitaciones y el bellísimo balcón de S. Jerónimo con vistas al jardín constituyen motivos suficientes para hacer aquí una parada en su viaje.
Podrá optar también por montar en el teleférico, un viaje de pocos minutos que une el centro de la ciudad con este lugar suspendido en las alturas donde se levanta el santuario de Nossa Senhora da Penha (la Virgen de la Peña).