Por su belleza y el encanto de sus paisajes, el Valle del Douro también podría recibir el nombre de valle encantado.
Saliendo de Oporto, donde desemboca el río y donde también desembocan los vinos de Douro (de mesa) y de Oporto (vino generoso) que se producen en sus laderas, varias son las maneras para conocer este paisaje cultural, catalogado como Patrimonio Mundial: por carretera, en tren, en un crucero o, incluso, en helicóptero. Ninguna de ellas nos dejará indiferentes.
En un recorrido por los miradores que ofrecen las mejores vistas, tendremos que cruzar el río de norte a sur y viceversa. Pero por el camino podremos admirar deslumbrantes paisajes del río y visitar viñas, pueblos y aldeas hasta llegar a Miranda do Douro, donde el río entra en Portugal.
En Vila Nova de Gaia comenzamos visitando las bodegas en las que envejece el vino de Oporto. Conoceremos un poco mejor este vino y aprovecharemos, como no podía ser de otra forma, para degustar el precioso néctar. Actualmente en el río aún se pueden ver los antiguos barcos rabelo, los únicos que transportaban el vino de las fincas productoras hasta la desembocadura antes de la construcción de los diferentes embalses que hicieron navegable el río.
Por su belleza y el encanto de sus paisajes, el Valle del Douro también podría recibir el nombre de valle encantado.
Saliendo de Oporto, donde desemboca el río y donde también desembocan los vinos de Douro (de mesa) y de Oporto (vino generoso) que se producen en sus laderas, varias son las maneras para conocer este paisaje cultural, catalogado como Patrimonio Mundial: por carretera, en tren, en un crucero o, incluso, en helicóptero. Ninguna de ellas nos dejará indiferentes.
En un recorrido por los miradores que ofrecen las mejores vistas, tendremos que cruzar el río de norte a sur y viceversa. Pero por el camino podremos admirar deslumbrantes paisajes del río y visitar viñas, pueblos y aldeas hasta llegar a Miranda do Douro, donde el río entra en Portugal.
En Vila Nova de Gaia comenzamos visitando las bodegas en las que envejece el vino de Oporto. Conoceremos un poco mejor este vino y aprovecharemos, como no podía ser de otra forma, para degustar el precioso néctar. Actualmente en el río aún se pueden ver los antiguos barcos rabelo, los únicos que transportaban el vino de las fincas productoras hasta la desembocadura antes de la construcción de los diferentes embalses que hicieron navegable el río.
En Peso da Régua, el Museo del Douro nos da a conocer otra perspectiva del cultivo del vino y de la región. No muy lejos, pero en la orilla sur, queda Lamego, una de las ciudades más bonitas del norte de Portugal, situada en la base de una inmensa escalinata de azulejos azules y blancos que lleva al Santuario de Nuestra Señora de los Remedios. En Pinhão, justo a la orilla del río, la estación de ferrocarril es de obligada visita para ver sus antiguos azulejos dedicados al cultivo de la viña.
Antes de llegar a Pocinho, podemos desviarnos a la orilla sur para conocer el castillo de Numão y disfrutar de las vistas del horizonte. Un poco más al este queda el Parque Arqueológico de Foz Côa, una galería de arte rupestre al aire libre catalogada como Patrimonio de la Humanidad, así como el respetivo museo en Vila Nova de Foz Côa.
Al llegar a Barca de Alva entramos en el Parque Natural do Douro Internacional, ya que el río, desde aquí hasta Miranda do Douro, hace las veces de frontera entre Portugal y España. En este tramo el río fluye encajado entre altas escarpas hasta llegar a la pequeña ciudad fronteriza en la que entra en Portugal.
Hasta Barca de Alva, el Valle del Douro Vinhateiro es también la más antigua región vinícola demarcada del mundo. El río dio los primeros pasos cavando en la tierra los profundos valles, mientras que el hombre transformó las montañas de esquisto en tierra y muros, y en ella plantó la viña, verde en verano y de color del fuego en otoño. Con una sabiduría heredada de generación en generación, inclinó las terrazas para que los rayos de sol abrazasen las vides y diesen a las uvas el calor que el vino necesita. Así, los frutos de la tierra y del trabajo del hombre dieron lugar a este vino y este paisaje únicos.