Al descubrimiento del barroco en Portugal
Recorra Portugal de norte a sur, con una incursión a los archipiélagos de Madeira y Azores, y conozca los fascinantes íconos que ilustran la “Edad de oro” de Portugal.
Habiendo llegado a nuestro país más tarde que al resto de Europa, el barroco se manifestó de forma diferente, pero siempre con gran intensidad. Si en los exteriores lo que impresiona es la espectacularidad y dimensión de los monumentos alzados en los siglos XVII y XVIII, los interiores sorprenden por la riqueza decorativa. Una de sus principales características es la profusión de talla dorada y azulejos, pero también se expresa en la escultura, pintura, cerámica, orfebrería, mobiliario o textiles.
Para ayudarle en este descubrimiento, sugerimos cuatro recorridos en los que podrá apreciar las características particulares de este estilo en cada región. En Porto e Norte parta “En Busca de tesoros” y vea obras grandiosas en granito con pórticos elaborados e interiores suntuosos. Y no hablamos sólo de arquitectura religiosa, fíjese en las casas solariegas, las imponentes residencias de la antigua nobleza.
Estas casas palaciegas se encuentran igualmente en el Centro de Portugal, pero en el paseo que le proponemos, los detalles cuentan mucho. “Días de fausto y esplendor” le lleva por las ciudades más importantes de la región para ver piezas de escultura, pintura, orfebrería, mobiliario, arte sacro y también fuentes con caños, jardines e, incluso, una fortaleza.
Ya en la región de Lisboa haga “Um Paseo dorado”, el color predominante en el interior de tantas iglesias y palacios a visitar. Pero también podrá ver el estilo barroco aplicado a medios de transporte como los carruajes y los navíos. O también en el urbanismo –¿sabe que tras el gran terremoto de Lisboa en 1755, la reconstrucción de la ciudad se planificó según una estrategia inspirada en la Ilustración?
Y para que se lleve una idea completa del país, viaje al sur e islas. Alentejo, Algarve, Azores y Madeira poseen muchas “Maravillas escondidas” que vale la pena descubrir. A veces son monumentos con fachadas austeras que guardan riquezas y obras primas en el interior. Otras veces, iglesias y santuarios en lugares recónditos que por sí solos merecen el viaje.
Acepte el desafío y aventúrese por Portugal, ¡al descubrimiento del Barroco!